Félix era el 'fotógrafo oficial' de nuestra fundación, un fotógrafo especial como especial era en todo lo que hacía y él mismo lo era. Allí estaba, con su cámara, en cuantas actividades culturales desde el inicio hemos organizado y gracias a su generoso trabajo tuvimos constancia gráfica de ellas para luego compartirlas con todos. Pero, afortunadamente, en esta casa era mucho más...
De su abuelo y de su padre heredó la afición que siempre le acompañó por la imagen, y con la misma pasión y entusiasmo que lo acometía todo comenzó, adolescente todavía, a interesarse por el visor y el objetivo al descubrir fascinado el mágico resultado.
Un día, era el verano de 2007 y Felicillo tenía veinte años, le propuse un proyecto, porque con él siempre había que estar inventando cosas: que empezara a retratar a familiares y amigos con los que se veía y visitaba, a la gente que conocía, con la que se topaba por las calles de Coín y se paraba a charlar; que fotografiara a aquellas personas mayores con las que a diario convivía en este pueblo de nuestros amores, porque con toda seguridad le serviría para conocer mejor y amar más sus raíces, su pueblo y sus gentes. Asumió el 'reto' y comenzó.
Entre septiembre y octubre de aquel año (que completo con un anexo de la feria de mayo del siguiente) estuvo dedicado a realizar aquellos retratos de sus amigos y paisanos, quienes frente a su frescura y simpatía en la respetuosa invitación accedían siempre contentos y alegres a posar.
Cuando acababa la sesión, fuera de mañana o tarde, venía a enseñarme su trabajo de aquel día y guardábamos las tomas en una carpeta que poco a poco se fue llenando, con su sonrisa, anécdotas y ocurrencias, de un contenido hoy ya irrepetible y valioso.
Sus esplendidos retratos, los que hizo a aquellos coineños y coineñas de todas las edades y condición con los que de alguna u otra manera coin-cidió en aquel preciso momento de su vida, conforman una singular colección de 300 fotografías que me permito, y ustedes sabrán disculpar con las reservas y autorizacion que procedan, el atrevimiento de compartirla aquí en su memoria y a modo de regalo suyo para todos los que en ellas aparecen, muchos desgraciadamente ya desaparecidos, con los que mi sobrino se ha vuelto a encontrar y estará echando con ellos unas risas.
Una colección que, a la vista de su calidad y volumen y por encima de lo personal que cada uno pueda sentir, adquiere por si misma la importancia que añade el conjunto reunido de todas ellas para la colectividad, al componer hoy, ocho años después, el original retrato que hizo de un momento del Coín de su tiempo a través de sus gentes, y aunque es obvio que muchos de sus amigos y amigas no están ahí retratados (pues sería imposible que estuvieran todos dada su irreductible vocación para la amistad), conforman un sencillo y emotivo documento de 'antropología urbana' para la memoria común de esta ciudad malagueña y 'guadalhorquiana'.
Este regalo que Félix García nos hace, es en realidad su personal recordatorio a todos de que en aquellos momentos que compartimos juntos él nos sintió parte de su vida, aunque para muchos de nosotros fue él el regalo que la vida nos dio.
Sin duda, para su familia el 4 de noviembre de 2015 marca un antes y un después en nuestras vidas y corazones.
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