Quizás el alcalde más desconocido de cuantos han ocupado el sillón municipal de Coín en nuestra reciente historia sea don Manuel Martínez Sánchez, y, sin embargo, a su gestión se deben muchas de las necesarias y valientes realizaciones que se llevaron a cabo durante su mandato para el futuro que sería de esta ciudad.

Don Manuel Martínez, el primer edil que no era coineño, nació en Baza (Granada) y contaba 34 años cuando tomó posesión, el 20 de marzo de 1956, gozando de buen "concepto público" por su afable personalidad y de la consideración aquí "como un nativo más". En el acto ritual el gobernador señor Julve dijo, además, que venía a sustituir a don José Chicano "un hombre joven lleno de ilusiones, formado en el rigor y seriedad en la doctrina de la Falange , de recia formación religiosa, que a buen seguro ha de prestar al pueblo de Coín los mejores servicios". Añadiendo que "su historial atestigua con claridad estos méritos: combatiente de nuestra guerra de España y voluntario en la División Azul, mando ejemplar y esclarecido del Frente de Juventudes y de la Organización Sindical ". (Sur, 23 de marzo de 1956). Llegaba a la alcaldía de Coín -después de pasar por Wolchov, Leningrado, La Línea de la Concepción y el Campo de Gibraltar- todo un profesional de la política del Movimiento.

A los seis años que duró su tiempo en el consistorio dediqué en mi libro 'Crónicas de Coín' (Ediciones Coincidentes, Coín, 2000, págs. 571 y ss) un capitulo titulado: 'En el umbral de la modernidad', y a ese trabajo invito a acudir a quien esté interesado en ampliar conocimientos sobre aquella época de nuestra historia local. Allí decía que, en general, todo su mandato estuvo impregnado "por una especie de mirada encaminada al interior de la ciudad en sí, de sus carencias internas, de su 'modernización' y embellecimiento ya iniciados..."

De aquella gestión municipal todavía quedan en la memoria y realidad de este pueblo algunas de sus iniciativas más importantes, como la de acometer las obras de saneamiento, alcantarillado y abastecimiento de agua potable a la ciudad, que comenzaron en 1960 y que tomaba las aguas del manantial de la Zayaga para llenar el depósito regulador, instalado en uno de los extremos más elevados del pueblo y con una capacidad entonces superior a 1.750.000 litros. La renovación del alumbrado público. La construcción de las barriadas en terrenos que continuaban a las anteriores 'viviendas protegidas'. La construcción de tres grupos escolares y la construcción de viviendas para maestros. Mejoramiento de los caminos rurales. La piscina municipal con la ayuda económica del paisano benefactor don Juan Montes Hoyo, entre otras.

El semanario 'Coín', número 63, de 5 de mayo de 1962, decía de él que "supo admitir con ánimo sereno tanto el elogio como la crítica, sin que llegara nunca a envanecerlo el primero y sirviéndole la segunda para ver con imparcialidad las deficiencias e intentar paliarlas". Y quienes le trataron y conocieron, siempre resaltaron de su paso por Coín su honradez y caballerosidad.

Hace algo más de un año, y gracias a mi querido amigo el doctor don José Antonio Lomeña Villalobos que me acompañó, tuvimos el placer de pasar con doña Magdalena Oncala Espejo, viuda de don Manuel, una inolvidable tarde en su piso malagueño, donde, acomodado en el acogedor sofá, recibí un generoso regalo: el álbum que conservaba las fotografías reunidas del entrañable homenaje que los funcionarios del Ayuntamiento de Coín le dieron a su marido al despedirse de la alcaldía, el sábado 7 de abril de 1962.

Esas fotografías, que conservo con tanta gratitud como el cariño con el que me fueron dadas y que ya forman parte del archivo histórico de esta fundación, las compartimos hoy con todo el mundo dejando aquí constancia de nuestro agradecimiento por ello y a ella.