No es aventurado afirmar que las Fiestas de Primavera, que en Coín son también la Feria de Mayo, tenga su origen en la fiesta anual que se celebraba en la Roma antigua en honor de la diosa Flora por la llegada de la primavera. Unas fiestas de carácter licencioso que incluían juegos en que intervenían las cortesanas con ceremonias y ritos poco edificantes, que alcanzaron gran popularidad por su propia disolución y que se celebraban entre el 28 de abril y el 3 de mayo. Una ancestral celebración en la que, en el fondo, era protagonista la Madre Naturaleza.
Una ofrenda que recreó magistralmente nuestro paisano universal, el pintor don Antonio Reyna Manescau, en su gran cuadro Floralia, y en el que representa a la diosa como griega al utilizar el modelo de la Flora Farnesio del Museo de Nápoles, que tan bien conocía.
Con esa obra obtuvo nuestro pintor el reconocimiento general a su arte en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1887, al concedérsele la Medalla que fue augurio de su exitosa futura carrera. El cuadro, un impresionante óleo sobre lienzo de 3,13 x 5,03 m, fue adquirido por el Estado español y depositado en el Instituto Agrícola San Isidro de Barcelona por Real Orden de 7 de junio de 1888, donde desgraciadamente desapareció durante la Guerra Civil de 1936-1939. Y, es curiosa la repercusión de ese cuadro en la memoria de su carrera, pues aún hoy mantiene un mágico aire de misterioso interés entre quienes nos hemos interesado en el estudio de la historia de la pintura española de aquellos momentos y, más concretamente, en la obra de don Antonio Reyna.
A pesar de ello, solo se conocía el desarrollo de la obra por algunos bocetos que se conservan en colecciones particulares y otras copias reproducidas en catálogo y dibujos que se publicaron en medios nacionales y extranjeros de la época. Sin embargo, disponemos en el archivo de nuestra fundación (y ahora en el Centro Antonio Reyna Manescau de Coín) de documentación y fotografías de aquel tiempo que nos permiten hoy componer una idea más exacta de su temática y contenido, así como de las extraordinarias dimensiones y envergadura del cuadro original.
A este respecto, he podido descubrir en un desvencijado tomo de 'España' de la editorial Calpe editado en 1925, de cuyo grueso ejemplar dispongo, la 'escondida' reproducción de una vista del salón de actos del Instituto Agrícola San Isidro de Barcelona donde podemos apreciar colgado, para su mejor conocimiento y estudio ahora, el extraordinario cuadro que compartimos y al que habremos de volver a tratar más ampliamente en el futuro.
Coín, 27 de abril de 2014