Se lamentaba don Juan Santos Gutiérrez, tras ser nombrado en 1957 Cronista Oficial de la Ciudad, del "olvido más completo" que padecíamos en la propaganda que se hacía del interior de la Costa del Sol, pues a Coín "sólo por azar llega algún que otro turista, los cuales, eso sí, quedan ensimismados ante tanta belleza de la que ni siquiera han oído hablar".
Es precisamente en ese año y en el siguiente cuando un grupo de amigos ingleses visitaron varias veces España haciendo turismo y, aunque no conocemos sus nombres, podríamos decir que fueron precursores de los viajes en fotos y, de alguna manera, los primeros turistas que llegaron a Coín. Las vistas de todos los lugares y paisajes españoles que conocieron y fotografiaron se recogieron en un rico y voluminoso álbum de hojas de cartulinas negras. Cincuenta años después, aquel álbum se puso en venta por partes y su contenido disgregado y repartido por muchos sitios y compradores.
Un día de verano de aquellos años, el azar y/o el azahar hicieron que esos turistas ingleses recalaran por Coín y seis fotografías de este pueblo estaban en ese álbum. Isabel Laporta, una reciente amiga manchega y buena conocedora de estos temas, me contaba de ese álbum "que es uno de los mejores que he visto, las fotos son muy buenas, y para esa época son perfectas, además recogiendo todos los paisajes de España con una delicadeza tremenda, sin apenas salir ellos en las fotos". Y añadía, "que además la mayor parte de ellas las hicieron de sitios poco concurridos, casi huyendo de los lugares más conocidos y clásicos". Gracias a ella he podido adquirir las fotografías originales de Coín en aquel álbum y que ahora compartimos con todos.
Las seis fotografías que aquellos pioneros turistas de mitad del siglo XX seleccionaron para su álbum, y que hoy componen esta pequeña pero espléndida colección de imágenes, son también, con independencia de su gran calidad, montaje y exquisitez, una particular visión de esta ciudad. Lo que, al fin y al cabo, les gustó recordar de aquellos viajes de fotos. Lo que más les llamó la atención al visitarnos en aquella época, todavía reciente de nuestra memoria común.
Y, es curioso también que junto al bello recuerdo de un empedrado Albaizín, el mercado minorista de la Plaza Baja, las macetas de la calle ‘cachito’, la siesta o la esquina del desaparecido comercio de cereales de don Antonio Rincón Arana, sea el burro coineño protagonista estrella de las demás. Ese vernáculo animal que, tan cercano como denostado injustamente su nombre, deja constancia del pasado agrícola de esta tierra, de su ayuda en los campos, de su imprescindible convivencia en las huertas. Un animal bueno, inseparable de nuestra historia y nuestros afectos.
Domingo, 14 de julio de 2013
|