|
Palabras de José Manuel García Agüera leidas en el acto homenaje |
|
|
Amigos todos:
Hemos querido coin-cidir hoy y aquí, por cumplirse en este día el 66 aniversario del fallecimiento, en la ciudad eterna, del célebre pintor coineño don Antonio Reyna Manescau; y querer tributarle juntos, nuestro particular homenaje de admiración en su recuerdo y memoria. Y, en este lugar, por ser el único rincón que existe en su pueblo natal que nos asoma su nombre y raíces, pues, en este elegante panteón familiar, descansan los restos de sus padres y de su hermano don Ricardo.
Este sencillo acto, nada oficialista ni protocolario, en memoria del glorioso artista, se convierte en íntimo y familiar por acompañarnos sus sobrinas, doña Matilde y doña Dolores Giménez Reyna, y sus sobrinos don Eduardo Giménez y don Ricardo Ron; a quienes quiero agradecer su entrañable presencia, y brindarles, por todos los que estamos aquí, la demostración sincera de nuestro entusiasmo y respeto al querido familiar y paisano.
Y, no es ésta una ocasión que deba producirnos tristeza alguna, a pesar del entorno, pues, recuperar la memoria siempre ha de hacernos sentir alegría. Y hasta es bueno y saludable, que nos recordemos con más frecuencia lo mejor de nosotros mismos y nos acordemos, como hoy lo hacemos, de quienes algún día amaron como buenos hijos esta bendita tierra en la que nacimos.
Sí ha de movernos a triste reflexión, la pérdida de memoria, el injusto olvido de la local cultura oficial con don Antonio Reyna, nuestro ilustre paisano y pintor. Que por no tener no tiene siquiera, en su patria chica, ninguna distinción con su nombre. Absolutamente nada. Ni una pequeña glorieta que nos honre, y, sobre todo, que haga constar, sin lugar a dudas, el merecido testimonio de reconocimiento y gratitud, característica esta tan sui generis de sus habitantes en todos los tiempos, pues no habremos de olvidar jamás, que la gratitud es producto de la cultura.
Y esto es así, cuando su obra se expone en los museos de media Europa y América, y su nombre es parte inseparable de la prestigiosa Escuela Malagueña de Pintura, de la Historia del Arte universal y de la ciudad de Coín. Un coineño de quien dicen los libros de arte que hablan del suyo, es 'El más preciosista de los pintores de paisaje andaluces del XIX'; y conocido en el mundo entero como 'El pintor de Venecia'. Un coineño universal, en verdad, del que nos sentimos orgullosos, como él se sintió de ser hijo de este pueblo, pues siempre ha estado, y seguirá estando escrito, junto a su nombre: Coín. Es por esto que perdura en nosotros. Por la belleza de su arte.
Alegría hemos de sentir quienes nos reunimos aquí esta tarde, porque con nuestra presencia estamos dando sentido y valor al primer homenaje que la ciudad de Coín rinde a uno de sus mejores y más importantes hijos.
Y, alegría sentimos, además, por el legado de su ingente y genial obra. Y, entre ellas 'Rancho Andaluz', 'un canto hecho pintura de la huerta coineña', como acertó a definirla don Rafael Vera Pérez, persona por la que supimos algunos de nosotros, por primera vez, sobre el gran pintor y su obra. Achaques de estos tiempos le impiden estar y, desde aquí, este cariñoso recuerdo y saludo.
'Rancho andaluz', el emblemático cuadro que retrata magistralmente el bello rancho de la rica huerta coineña, ese cacho de su luminoso campo, se muestra hoy a su pueblo natal como preciada herencia de arte y cultura, de la que ha de sentirse legítimo beneficiario el pueblo de Coín. Estemos seguro, que algún día, 'quizá cuando el césar de turno recuerde', el rancho coineño de Reyna Manescau lo disfrutaremos en su lugar natural, es decir: de donde se es, donde se nació. En Coín. Significará entonces 'otro motivo para la alegría' que habrá en esta ciudad, de donde somos nosotros, el pintor y su obra, otro rincón, menos sombrío que éste, que nos asome a don Antonio Reyna Manescau y, con él, a nuestra historia, la Historia de Coín.
Permitidme que termine con estos versos que supe de ellos por una queridísima amiga, a la que un día le crecieron alas.
'Venid, amigos, no es tarde, para buscar un mundo nuevo, pues sueño con navegar más allá del crepúsculo, y, aunque ya no tengamos la fuerza que antaño movió cielos y tierra, somos los que somos, un mismo temple de corazones heróicos, debilitados por el tiempo, pero voluntariosos para buscar y encontrar y no rendirse'... nunca.
Por el arte y la cultura ¡Viva Coín!
|
|
|
Palabras de agradecimiento de la familia, que comenzó leyéndolas doña Dolores Giménez Reyna y que por la emoción hubo de terminarlas su sobrino, don Ricardo Ron
|
|
|
Estamos todos aquí, como amigos, familiares y admiradores del arte y la persona de Antonio Reyna Manescau, quien siempre recordó a Coín y lo llevó en su alma tan dentro, que decía que su color y la luminosidad se lo debía a esta tierra y estos campos que, como hoy mismo vemos, son dignos de regocijarse admirándolos y hacen brotar alegría en nuestro ser. Así fue en su vida Antonio Reyna, de una simpatía y alegría extraordinaria, reflejándose esto en sus cuadros. Nosotros sus familiares, agradecemos de corazón este tan emotivo acto lleno de afecto en el día de su aniversario. A Manolo García Agüera en especial por su cariñoso empeño y a los demás por haberlo hecho efectivo.
Antonio Reyna Manescau, su mujer Bice y su hija, junto con sus padres aquí enterrados, desde el Cielo, estarán emocionados, como estamos nosotros su familia, que os repetimos las gracias y os pedimos que juntos en su memoria recemos un Padre Nuestro.
|
|